Frank Lloyd Wright en Taliesin
Casa en el bosque, bosque en la casa, el
anciano se adentra en, ¿el bosque o la casa? Sillarejos de piedra tallados por
la mano del hombre y esculpidos por el viento crean cartografías proyectadas. El
cielo está despejado, no se advierte la condición atmosférica del lugar, ni sol,
ni estrellas, ni nubes… nada, ¿acaso un decorado cinematográfico? Ahora, casa,
bosque y escenario.
El fotógrafo se resguarda bajo un
árbol, un espía o voyeur, alguien que
no quiere ser visto. Unas hojas han sido descubiertas por el diafragma, la
película guarda ahora su huella. ¿Qué quiere decirnos el extraño?, ¿por qué
oculta su presencia? Yo, a priori, no lo sé. El fotógrafo es la reflectografía
de la instantánea. Obsérvese ahora la colocación de la cámara. Una perspectiva
frontal, Frank Lloyd girado y de espaldas al fotógrafo, pura intencionalidad.
Wright en la luz, desde de la sombra
hacia la sombra. La luz, un estado de transición entre dos lugares similares…
dispares. De la sombra de la naturaleza a la luz, de la luz a la sombra del
hogar. El sol revelador de procesos, sol como proceso entonces. Adentrarse de
la sombra a la sombra es el habitar de Wright en Taliesin, experimentos en el
hábitat propio.
Taliesin lugar de acogida, de creación
de imaginarios arquitectónicos, de las famosas tragedias que allí acontecieron
a sus habitantes. Una casa construida y reconstruida una y otra vez, un afán
por apropiarse del lugar de Wright.
Porche cubierto, comodidad y
tranquilidad en la contemplación de la casa, del bosque o de la casa-bosque. Un
pequeño pozo, las necesidades del habitar básicas cubiertas. Chimeneas, confort
en el interior, creación de atmósferas propias. Piedras y vegetación, la
naturaleza en la naturaleza en la obra de arquitectura. Frank Lloyd Wright, el
hombre dominador y dominado del hogar y del espacio. La fotografía, al igual
que Cartier-Bresson, poniendo la cabeza, el ojo y el corazón en la toma de la
instantánea.
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