martes, 25 de octubre de 2011

Habitares de Taliesin

Frank Lloyd Wright en Taliesin

Casa en el bosque, bosque en la casa, el anciano se adentra en, ¿el bosque o la casa? Sillarejos de piedra tallados por la mano del hombre y esculpidos por el viento crean cartografías proyectadas. El cielo está despejado, no se advierte la condición atmosférica del lugar, ni sol, ni estrellas, ni nubes… nada, ¿acaso un decorado cinematográfico? Ahora, casa, bosque y escenario.

El fotógrafo se resguarda bajo un árbol, un espía o voyeur, alguien que no quiere ser visto. Unas hojas han sido descubiertas por el diafragma, la película guarda ahora su huella. ¿Qué quiere decirnos el extraño?, ¿por qué oculta su presencia? Yo, a priori, no lo sé. El fotógrafo es la reflectografía de la instantánea. Obsérvese ahora la colocación de la cámara. Una perspectiva frontal, Frank Lloyd girado y de espaldas al fotógrafo, pura intencionalidad.

Wright en la luz, desde de la sombra hacia la sombra. La luz, un estado de transición entre dos lugares similares… dispares. De la sombra de la naturaleza a la luz, de la luz a la sombra del hogar. El sol revelador de procesos, sol como proceso entonces. Adentrarse de la sombra a la sombra es el habitar de Wright en Taliesin, experimentos en el hábitat propio.

Taliesin lugar de acogida, de creación de imaginarios arquitectónicos, de las famosas tragedias que allí acontecieron a sus habitantes. Una casa construida y reconstruida una y otra vez, un afán por apropiarse del lugar de Wright.

Porche cubierto, comodidad y tranquilidad en la contemplación de la casa, del bosque o de la casa-bosque. Un pequeño pozo, las necesidades del habitar básicas cubiertas. Chimeneas, confort en el interior, creación de atmósferas propias. Piedras y vegetación, la naturaleza en la naturaleza en la obra de arquitectura. Frank Lloyd Wright, el hombre dominador y dominado del hogar y del espacio. La fotografía, al igual que Cartier-Bresson, poniendo la cabeza, el ojo y el corazón en la toma de la instantánea.

lunes, 17 de octubre de 2011

Miscelánea

- A un compositor no debe aplaudírsele por un acorde sino por una sinfonía.
- Obsérvese: tanto la decisión de adoptar a un niño como la de no tenerlos es un acto egoísta. Conclusión, hagas lo que hagas serás criticado.
- Si se ataca usando las armas de un rival se corre el riesgo de resultar herido en su uso.
- Levántate diciendo al mundo: ¡intenta hundirme hoy!
- Para volar no hay que vencer a la gravedad sino a la imaginación.
- Las conversaciones que da el silencio son las que más me llenan.
- La madurez no la da la edad sino la reflexión.
- Las ideas son préstamos, el que las considere suyas es el más grande de los egoístas. 
- Nunca hice una apología de mí mismo basada en la crítica a los demás.
- Existen espacios que viven de otros espacios, los míos no... sólo viven de mí mismo.
- ¿Piedra o esponja? La piedra hiere, pero la esponja sangra... ¡Es tan humana!
- El acto más humano del mundo: arrepentirse de crear monstruos.
- He oído cosas que harían enloquecer al más sabio de los sabios, ¿lo peor? Existe gente que las proclama como ley de vida.
- Es más efectiva una sola estocada que cien pinchazos de aguja.
- El beso es el hierro de la especie humana.
- Mi peluquero me ha dado conversaciones más trascendentales que cualquiera de los autodenominados "filósofos" que he conocido.
- Todo lo que decimos acarrea una consecuencia, la consecuencia de lo que callamos sólo la conocemos nosotros mismos... ¡eso está bien!
- La biblioteca es al filisteo lo que la iglesia al ateo.
- Escribir (definición): acto gráfico que consiste en entremezclar mediante palabras mudas las siguientes acciones: recordar, imaginar, proyectar, leer y vivir.
- Aquiles siempre protegió su corazón con una coraza para que no le hirieran, creía que así sería inmortal. ¡Qué espanto debió sentir cuando vio su talón malherido!
- Algunos venenos corren más que el aire, pero incluso hasta al aire puede parársele con un sólido muro.
- El hogar es el caldo de cultivo de los genios, también de los seres perversos. 
- Si pides más de lo que das has de revisar tus cuentas. 
- Jamás reclamé la atención ni comprensión de nadie, no me gusta la grandilocuencia.
- Ese ritmo que suena a oscuras se llama corazón, ¿alguien lo oye aún?
- Daría marcha atrás en el tiempo para cambiar algunas cosas pero si lo hiciera no sería yo mismo. 
- La amistad que no surge de un sentimiento no es amistad.
- Reitero: ¡A un compositor no debe aplaudírsele por un acorde, sino por una sinfonía!

sábado, 8 de octubre de 2011

Recuerdos de una llave. Peter Wayfarer

Recuerdo haberla tenido pocas veces en las manos, incluso imploro haber malgastado tanto tiempo buscándola, como un amor fugaz. Como una madre de su casa, ella conoce tu despiste... ella lo conocía.

Recuerdo haber visto desesperación y llanto por poseerla. Mujeres apoyando las manos sobre sus intimidades, retorciéndose del esfuerzo.Chica aislada arrojada con desprecio y colocada en su sitio... no obstante, cuando la tempestad amaina volvemos al terror de su ausencia, el temor a perder un trabajo, a una cita o un programa televisivo...

Crujiéndonos la cabeza por la monotonía olvidamos a veces como un familiar en un asilo. Ilusos aquellos que juegan con ella, abrigados por la ignorancia ¡Qué calculadora es! Cual amargura carga en su interior, cual dientes posee y puede desgarrar tu destino en trocitos. Chica tímida de casa, aunque suele ir con sus amigas, no encaja en ningún sitio. Te escucho, pongo mi oído y escucho cómo tú y tus secuaces planeáis la desaparición de nuestro ser.

Marcas a pie de página:
Siempre he pensado en Peter como ese ser sobre el que no nos es posible reflexionar. Su obra (desde la poética, la pictórica, otras expresiones más libres hasta su prosa) es difusa, no lineal, irracional... para mí, apasionada. Es simbolismo máximo, metáfora pura del acontecer interno propio. No cabe explicación para ella, sólo desde el conocimiento del fuero sensitivo que rige su devenir es posible su apreciación... entonces queda repudiarla o rendirse ante ella.

Este texto llega como un regalo, como esos hallazgos que anteriormente cito, como encuentro o búsqueda. Resulta inconclusa, contradictoria y en un tono más amplio e intelectual, ilegible. Aquello que pretende mostrar no es visible en sus líneas, sí entre ellas. La imagino entonces como un anagrama, no dice lo que cree decir en sus trazos, es entre ellos donde radica la lectura de Peter Wayfarer... en las marcas a pie de página.

Una mirada a través de la oscuridad de la casa, en ella la ausencia de la llave... una invitación a temer por su pérdida. La desprotección ante un filtro de malas intenciones en nuestro portal, la llave, insignificante, se ha llevado consigo todo nuestro ser. 


Sete Álvarez

lunes, 3 de octubre de 2011

La perspectiva obliga...

¿El hallazgo es búsqueda o encuentro? Yo, a priori, no lo sé. Que esta pregunta ronde por aquí puede ser casualidad que es el peyorativo con el que definimos un encuentro o búsqueda. No se sabe cómo pero que la humanidad evoluciona o involuciona es un hecho constatado, a lo sumo incierto, aunque se entrevea. Los hallazgos revolucionan el mundo y sobre todo el espíritu humano que ve a su "yo" anterior sobrepasado por una nueva generación de individuos formados por sí mismos que lo destruyen... a mí me resulta reconfortante experimentar cambios en mi mundo, en mí. 

El silencio ayuda en cuanto a que nos susurra todo cuanto ve a su alrededor. Un rasgueo continuo interrumpe su muda sinfonía y él se encarga de avisar de la anomalía. Es el comienzo del descubrimiento, esto es, la búsqueda o el encuentro. Quizás estemos frente a un espejo intentando dilucidar cuál es el yo auténtico, absortos aún por la pesadilla del estado de ensoñación cartesiano; lo cierto que es que Wittgenstein templa mi ánimo y perfila que de momento el silencio, también, es la mejor respuesta. He aquí el descubrimiento y lo que ello supone.

Existen, en un principio, dos formas personales de dejar huella: el lápiz y el bolígrafo. Pongo énfasis en que son conjunto y no particular. Tan lápiz es el lápiz como la tiza, como la cera pastel. Tan bolígrafo es la pluma como el acrílico, como el grabado. Estas dos realidades conforman nuestro mundo, todo es lápiz o bolígrafo, nada se escapa a su categorización. Parece oportuno pues, establecer una lógica funcional que ayude a diferenciar lápiz de bolígrafo y adecúe el uso de cada uno.

En mi escritorio guardo un pequeño bote repleto de bolígrafos, el visitante que fugazmente pasa por allí cree que es un gran repertorio técnico de ellos, lo más cierto es que están gastados, no sirven ya, su vida terminó. Nunca me gustaron demasiado los lápices, si hubiera de ser, sería bolígrafo. Una duda se cierne entonces sobre mí, ¿por qué no hay en este bote ningún lápiz?

El lápiz es un ser sencillo, suave, cálido como la madera de la que proviene. Su trazo es variado, un mismo lápiz permite cientos de marcas diferentes. Sus manchas prominentes y expresivas. El bolígrafo es por el contrario un ser temperamental, a veces se digna a trabajar y otras se niega por completo. Complejo si lo comparamos con el lápiz, una estructura ingenieril interna, manchas toscas, homogéneas, reconocibles en un primer orden. Dos formas de trabajar distintas que no tendrían por qué recalificar su mundo gráfico, la diferencia se deduce del primer enunciado: el bolígrafo está en mi escritorio y el lápiz no.

El lápiz se amilana, se deja manejar por su usuario, no tiene credenciales ni ethos, su trazo dependerá de la personalidad del que lo maneja, transfiere y absorbe lo que le toca. Si no nos gusta lo que hace, ¡no hay problema incluso con un dedo podemos emborronar o borrar lo que ha hecho! Su dueño le va consumiendo poco a poco, para realizar su obra y cuando no se pueda sacar más rendimiento de él, lo tirará a la basura. El bolígrafo se muestra robusto, erguido frente al que le toque, arisco en algunas ocasiones. Requiere de un trato suave, sino escupirá tinta a borbotones sobre el papel de quien le pretenda domar. Hay que saber que no podemos utilizarle, su uso es una colaboración mutua. Tapar el bolígrafo es más complejo, se necesita de un antagonista para lograrlo, la antítesis a su tinta que le diliuya; pero aún así él seguirá ahí, oculto pero inmanente. Tampoco se intente tratarle de lápiz y buscar expresividades fuera de su ser, ¡porque no, él no es lápiz! Cuando ya no queda más oscuro brillo en su interior, se deja de lado... el bolígrafo también muere, al igual que todos.

Ahora llega el descubrimiento de veras. Propongo que el bolígrafo y el lápiz son personas. Pienso en ellos como el ateo y el creyente, el optimista y el pesimista, el rebelde y el resignado. De ahí que quizás me gustasen siempre más los bolígrafos, me gusta tener en mis manos seres que no necesiten de otros para ser, que cueste manejarlos, ya suponen un reto en sí. Que dialoguemos, que yo no pueda manipularlos, seres joviales. Lápices no. Aguardan una vida que se va consumiendo con la esperanza de que ésta pase y les abra las puertas a un mundo que no existe, su final es el mismo del bolígrafo. Sin embargo, yo guardo bolígrafos, no lápices.