sábado, 8 de octubre de 2011

Recuerdos de una llave. Peter Wayfarer

Recuerdo haberla tenido pocas veces en las manos, incluso imploro haber malgastado tanto tiempo buscándola, como un amor fugaz. Como una madre de su casa, ella conoce tu despiste... ella lo conocía.

Recuerdo haber visto desesperación y llanto por poseerla. Mujeres apoyando las manos sobre sus intimidades, retorciéndose del esfuerzo.Chica aislada arrojada con desprecio y colocada en su sitio... no obstante, cuando la tempestad amaina volvemos al terror de su ausencia, el temor a perder un trabajo, a una cita o un programa televisivo...

Crujiéndonos la cabeza por la monotonía olvidamos a veces como un familiar en un asilo. Ilusos aquellos que juegan con ella, abrigados por la ignorancia ¡Qué calculadora es! Cual amargura carga en su interior, cual dientes posee y puede desgarrar tu destino en trocitos. Chica tímida de casa, aunque suele ir con sus amigas, no encaja en ningún sitio. Te escucho, pongo mi oído y escucho cómo tú y tus secuaces planeáis la desaparición de nuestro ser.

Marcas a pie de página:
Siempre he pensado en Peter como ese ser sobre el que no nos es posible reflexionar. Su obra (desde la poética, la pictórica, otras expresiones más libres hasta su prosa) es difusa, no lineal, irracional... para mí, apasionada. Es simbolismo máximo, metáfora pura del acontecer interno propio. No cabe explicación para ella, sólo desde el conocimiento del fuero sensitivo que rige su devenir es posible su apreciación... entonces queda repudiarla o rendirse ante ella.

Este texto llega como un regalo, como esos hallazgos que anteriormente cito, como encuentro o búsqueda. Resulta inconclusa, contradictoria y en un tono más amplio e intelectual, ilegible. Aquello que pretende mostrar no es visible en sus líneas, sí entre ellas. La imagino entonces como un anagrama, no dice lo que cree decir en sus trazos, es entre ellos donde radica la lectura de Peter Wayfarer... en las marcas a pie de página.

Una mirada a través de la oscuridad de la casa, en ella la ausencia de la llave... una invitación a temer por su pérdida. La desprotección ante un filtro de malas intenciones en nuestro portal, la llave, insignificante, se ha llevado consigo todo nuestro ser. 


Sete Álvarez

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