miércoles, 8 de junio de 2011

Carta abierta

Querido maestro:
Bien sabido es en mi persona que para nada soy un moralista puritano. Jamás pondré la otra mejilla porque, ¿acaso no es lícito odiar al enemigo? El depredador devora a la presa, la presa se cuida de su depredador; es un ciclo natural ajeno al hombre, es en definitiva, nosotros mismos. Esta breve crónica es justamente todo lo contrario a la vida del filisteo; es violencia, es jovialidad, es temperamento, soy yo. A diferencia del que se dedica a clavar agujas sin sentido a todo momento; yo como todo estratega prefiero esperar el instante oportuno, uno solo, conciso, contundente... para él esas victorias pírricas. 

Convencer, no conmover. Y coincido con Adela Cortinas. Esos nuevos revolucionarios que claman por una nueva sociedad sin saber nada de ella y su historia; que hablan de filosofar, sin saber de filosofía, que hablan de la vida, sin amarla si quiera; no son la antítesis, tampoco la alternativa. Representan lo más odioso de la existencia: la apariencia. Utilizan una máscara, una cáscara tras la que ocultan un interior totalmente vacío en el mejor de los casos, depravado en el que nos acontece. 

El boxeador que conoce todo los movimientos puede anticiparse a ellos, jamás recibirá un crochet o un swing del contrario. Su rival tratará de imitarle, usar sus mismas tácticas, todo ello en vano. Una sonrisa asoma en mi rostro viendo que el contrario trata de imitarme pero no, no consentiré que llegue a tocarme porque yo sí conozco las técnicas. Me he enriquecido de lo mejor y los mejores, los he estudiado y ahora soy todos ellos, a la vez que soy yo. No me da miedo declarar mis influencias, mis referencias. La humildad consiste en reconocerlo y sobre todo, conocerlos; saber que cientos, miles de autores han pensado sobre lo mismo no debe amordazarnos sino al contrario. Como afirma Josep Quetglas los mejores maestros están en la biblioteca, esperándonos para enseñarnos todo cuanto saben. Pero que no haya confusión, el conocimiento no debe nacer y morir en un libro, hay que vivirlo afuera de él.

¿Dónde está la verdad? Es imposible saberlo. Se trata de explorar, de incentivar nuestra curiosidad, así se vive, vivimos nosotros, vive la historia. No obstante, puedo decirte donde no está la verdad. La verdad para el que quiere vivir, para el que no busca una tragedia en su vida, una vez más, sin saber nada de ésta. La verdad no está en ningún blog lleno de apariencias, de ignorancias, de falsedades y simplificaciones banales. La verdad no está en Vincent Rotensky, mucho menos en su teatral y patético mundo, porque lo que Rotensky dice sí que son trampas para pájaros. 

Espero que entiendas mejor por qué no puedo venderme ante la ignorancia, y por qué promulgar lo contrario a lo que tú y mis otros cientos de maestros me mostráis, la auténtica rebelión intelectual y no la rebelión ingenua que se me propone, es despreciar al hombre. No creas que este es mi último disparo, más bien es un estudio sobre los movimientos del enemigo aunque él ya ha comenzado la contienda, pero cuando se le termine la pólvora (que será en poco tiempo) comenzaremos su destrucción... hasta entonces seguiremos esquivando golpes, porque nosotros sí sabemos hacerlo de verdad.

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